La profesora dice algo tan inocente como lleváte el libro y me lo devolvés la semana que viene. Y yo respondo con un bueno, muchas gracias. Y ella de nada, seguro que vos lo disfrutás. Y yo muy contenta sentada en el tren, ojeando las obras de Courbet, leyendo las anotaciones de Gombrich, hasta que doy vuelta una página y veo
esto.
No soy de
(
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